Ya noto su presencia,
lentamente se acerca
con su larga capa negra.
Se inclina sobre mí
y en la lucha
pierdo las pocas fuerzas
que guardé en la espera
de su inevitable visita
a mi lecho.
Pesa tanto la derrota
sobre mis párpados
que la noche
se convierte en ceguera,
la vida en sueño
y el despertar en descanso
para este cuerpo
que, ya sin fuerzas,
no responde ni a drogas
ni a dueños.
Vagabundo soy
en tierras de nadie,
sin maletas ni rumbo,
con billete a ninguna parte.
Que nadie se asuste… tan solo tengo sueño.
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